No le vence ni una faringitis ni laringitis ni, como se llegó a rumorear, una angina de pecho. The Verve hacía mucha falta en la música pop-rock. Me daba pánico la enorme expectación suscitada. Cuarenta y ocho horas antes del comienzo de este festival cancelaron su concierto en Livorno (Italia), por enfermedad del líder de la banda. El sábado todo el mundo preguntaba si Ashcroft había salido a escena la noche antes en Barcelona. La respuesta nos la dio él mismo cuando, sin ni siquiera saludarnos, anunció This Is Music, la primera canción de su noche. Estaba tan delgado como siempre, con gafas de sol a la una de la madrugada y sin que nadie notara que no puede ni ver al guitarrista Nick McCabe (no por llevar gafas de sol por la noche, sino porque se llevan un poco mal). Me dio todavía más pánico tanta expectación cuando la segunda canción directamente fue el super hit Sonnet (“Urban Hymns”, Virgen Records, 1997). Ni rastro de la enfermedad. Continuaron con una joya de 1995, Stormy Clouds, y la eterna sensación de que The Verve mete tres potenciales singles en cada disco y luego se dedica a grabar lo que se les antoja, lo que se les ocurre con algo de éxtasis o lo que a ningún otro grupo le permitirían sacar a la venta (aquellos abismos psicodélicos desde los que Noel Gallaguer se ha despeñado varias veces). Esa es la clave. Esa es la razón por la que no tuvieron más remedio que crear Bitter Sweet Symphony (que utiliza un pequeño sampler – con permiso y firma- de The Last Time de los Rolling Stones. Y por el que, debido a su galáctica cifra de ventas, Ashcroft fue perseguido día y noche hasta que incluyó Jagger/Richards en los créditos del tema para que el bueno de Mick rascara unas libras) se consagró como uno de los mejores momentos del festival. La nueva composición cerró el espectáculo, se titula Love is Noise, está regular pero logró convertir la explanada en una discomovida con pregrabaciones que anteriormente ya habían soltado en la musiquilla de la genial sinfonía agridulce. Por cierto, “la mejor canción que Jagger y Richards han escrito en los últimos veinte años”, bromeaba Ashcroft en 1997. El sonido rozó la perfección, inmaculado durante la hora y diez minutos de pelea, clavando el resultado de sus álbumes. A mí me faltó On My Own; tenía mucho miedo de que me dejaran así. Y que Mick se gaste la pasta de The Verve en unas cañas bien tiradas en Valladolid, sin ir más lejos, donde nos dejó colgados en 2006 por una leve afonía cinco horas antes de comenzar su actuación.
TEXTO Y FOTO: VÍCTOR LÓPEZ
3 comentarios:
Algunos con suerte de poderle ver en directo...
habrá gira, seguro, después de verano, presentando FORTH, el nuevo disco
LOVE IS NOISE LUNITA! BUEN VERANO
Pasalo muy bien morsa, aunque creo que ya estas en ello,jeje
Publicar un comentario