SIGUEN HACIENDO ESA COSA QUE HACEN
FOUNTAINS OF WAYNE LOGRAN QUE CIENTOS DE AMANTES DEL POWER POP LLENEN LA JOY ESLAVA Y REIVINDICAN QUE SIGUEN AQUÍ, AUNQUE NO LO PAREZCA.
Nunca me convenció la etiqueta “grupo de culto” (a Adam Schlesinger seguro que menos aún), pero reconozco que en el caso de que sea necesario su uso, Fountains of Wayne, el grupo liderado por este buscavidas, es la quintaesencia de ese concepto. Buena calidad, ventas nulas y tropa de fans (tranquilos, esquivos) capaces de llenar la Joy Eslava un jueves cualquiera.
Los Layabouts caldearon el ambiente todo lo que pudieron; se sintieron en su salsa, en su casa, e incluso pidieron al técnico de iluminación que activara esos focos como de coches de choque. Y se lo merecían, principalmente por una canción como “Fine For Me”, todo un clásico ya del pop-rock madrileño (esperemos que muy pronto conquisten el resto del país).
Los americanos comenzaron el show directamente desde la raíz de su primer disco, de 1996, interpretando “I´ve Got A Flair”, con guitarreos que incluían un velado homenaje al piano final del Layla de Clapton. Hubo que esperar a la cuarta canción para escuchar el “Someone To Love” que tuvo tan buena acogida como se preveía. No obstante, sin duda alguna, el mejor tema de toda la actuación y seguramente de toda la discografía del grupo de Schlesinger llegó cuando se rondaba la media hora de música: “Strapped for Cash”. Todo en este track roza la perfección. Es un lujo ser testigo de su puesta en escena en directo.
La banda tiene limitaciones pero son capaces de ofrecer diez minutos inmensos (reservados para la parte que precedió al primer parón), en los que enlaza “It Must Be Summer”, “Stacy´s Mom” y “Radiation Vibe”. “It Must Be Summer” es un sabroso rato de buenos coros surferos y saltarines punteos con buena traca final. En la de la mamá de Stacy no tuvieron el detalle de proyectar el videoclip, maldita sea. Y en “Radiation Vibe” volvió a nuestro lado la voz rota y afilada del Chris Collinwood de hace doce años. Y se agradece, maldita sea.
El concierto duró una hora y veintiún minutos. Fue ilógico que hicieran dos tandas de bises (no ya sólo por la escasa duración, sino porque el público no estaba volcado). Y visto lo visto, por la calidad de estas últimas canciones, la que sobró fue la primera tanda (tres temas), que cayeron como un auténtico jarro de agua fría, por su ritmo tan lento a esas alturas de la noche. La segunda tanda estuvo mucho mejor, comenzando por “Traffic and Weather”.
No dejaron a nadie con la boca abierta, pero esparcieron por toda la sala un no sé qué y un qué sé yo que endulzó la noche a la gran mayoría de los asistentes; incluso no hubiera importado que interpretaran el That Thing You Do!, de los mismísimos y guapísimos Wonders de Tom Hanks (muy a su pesar, la composición más famosa de Adam). Es un consuelo que estos chicos sigan haciendo esa cosa que hacen.
Despidieron la actuación, de nuevo directos a su raíz, con “Sink To The Bottom”. Hundidos hasta el fondo. Es la historia de su vida; aunque por lo visto en Joy Eslava, aún siguen a flote, bien agarrados a un tablón de madera.
Víctor López
sábado, enero 19, 2008
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4 comentarios:
Pero qué dices!!
Me gustó mucho más la primera tanda de bises, más tranquilos pero para mí mejores...No hay manera de ponernos de acuerdo, jeje :)
Lo dirás de broma...estuve a punto de irme en la primera tanda. Deberías escuchar más la morsa para ir puliendo tus gustos musicales. Un beso.
Víctor a ver si un día bajas de la parra! Siento desilusionarte pero no tienes la verdad absoluta. Estoy muy contenta con mis gustos musicales, y si pulirlos significa tener los mismos que los tuyos...
Sin acritud.
Inés.
Como está el patio de butacas...
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