EL SALÓN DE ACTOS DEL CONSERVATORIO
ARCADE FIRE RESPONDE A TODOS AQUELLOS QUE TENÍAN SUS OJOS PUESTOS EN ELLOS EN EL SUMMERCASE Y PROTAGONIZAN UNA ACTUACIÓN MÁS QUE NOTABLE
Molesta sensación esa de que a Win Butler le fallara la voz justo cuando más hacía falta escuchar su voz, con la canción que todo el mundo tenía pinchada en el cd del coche en el parking del festival, varias horas antes. "Neighborhood #1 (Tunnels)". En general el sonido era bastante menos potente que en el resto de conciertos de los escenarios colindantes, se ignoran las razones, ya que los canadienses pusieron todo de su parte, y un buen lote de instrumentos. Aún así lo suplieron todo con ramalazos de pulido estilo y mucha clase; la típica actuación de unos superdotados en el salón de actos de un conservatorio de Montreal. Con su familia en las primeras filas.
Junto al cantante la formación canadiense, la que está llamada a ser la nueva banda de culto del pop-rock, presentaba sobre el tablao a su señora esposa Régine Chassagne, Richard Reed Parry, William Butler, Tim Kingsbury, Sarah Neufeld, Jeremy Gara, Pietro Amato y Owen Pallet. Las cámaras enfocaban constantemente los violines, de vez en cuando las percusiones y casi siempre la angelical cara de Régine, que a ratos se mostraba tensa y a veces muy pero que muy fotogénica. Una virtuosa multi-instrumentista de las que se ven muy pocas.
Otros grupos (da la casualidad que presentes también en el Summercase) han caído en picado con su segundo álbum. Mala señal. Esto es difícil que ocurra con estos chicos porque sus discos son creados desde lugares tan sumamente profundos que nadie más podría repetirlo. Las desgracias familiares les han transformado en rocas indestructibles. Arcade Fire condujo a su público hacia el mismísimo abismo orquestal con canciones que acaban de publicarse y ya son clásicos, himnos épicos, como Black Mirror y Neon Bible, ambas del nuevo LP. Pero sería injusto obviar que la magia que desprende todo lo que huela al disco debut Funeral no lo igualan ni ellos ni ningún otro artista en este momento. Los pelos de punta, la carne de gallina y las ganas de que nunca se acabaran los coros seminaristas con los que completan varios de sus temas.
ARCADE FIRE RESPONDE A TODOS AQUELLOS QUE TENÍAN SUS OJOS PUESTOS EN ELLOS EN EL SUMMERCASE Y PROTAGONIZAN UNA ACTUACIÓN MÁS QUE NOTABLE
Molesta sensación esa de que a Win Butler le fallara la voz justo cuando más hacía falta escuchar su voz, con la canción que todo el mundo tenía pinchada en el cd del coche en el parking del festival, varias horas antes. "Neighborhood #1 (Tunnels)". En general el sonido era bastante menos potente que en el resto de conciertos de los escenarios colindantes, se ignoran las razones, ya que los canadienses pusieron todo de su parte, y un buen lote de instrumentos. Aún así lo suplieron todo con ramalazos de pulido estilo y mucha clase; la típica actuación de unos superdotados en el salón de actos de un conservatorio de Montreal. Con su familia en las primeras filas.
Junto al cantante la formación canadiense, la que está llamada a ser la nueva banda de culto del pop-rock, presentaba sobre el tablao a su señora esposa Régine Chassagne, Richard Reed Parry, William Butler, Tim Kingsbury, Sarah Neufeld, Jeremy Gara, Pietro Amato y Owen Pallet. Las cámaras enfocaban constantemente los violines, de vez en cuando las percusiones y casi siempre la angelical cara de Régine, que a ratos se mostraba tensa y a veces muy pero que muy fotogénica. Una virtuosa multi-instrumentista de las que se ven muy pocas.
Otros grupos (da la casualidad que presentes también en el Summercase) han caído en picado con su segundo álbum. Mala señal. Esto es difícil que ocurra con estos chicos porque sus discos son creados desde lugares tan sumamente profundos que nadie más podría repetirlo. Las desgracias familiares les han transformado en rocas indestructibles. Arcade Fire condujo a su público hacia el mismísimo abismo orquestal con canciones que acaban de publicarse y ya son clásicos, himnos épicos, como Black Mirror y Neon Bible, ambas del nuevo LP. Pero sería injusto obviar que la magia que desprende todo lo que huela al disco debut Funeral no lo igualan ni ellos ni ningún otro artista en este momento. Los pelos de punta, la carne de gallina y las ganas de que nunca se acabaran los coros seminaristas con los que completan varios de sus temas.
Todos esos ojos que les observaban y presionaban en este festival apenas pestañearon mientras sonaban las esperadísimas Neighborhood #2 y Neighborhood #3. Son momentos musicales tan grandes que te molesta cualquier ruido a tu alrededor, que te enoja cualquier distracción , que no soportas otra voz que no sea la de Win Butler (que aturde tu inconsciente incluso cuando falla…y eso es mucho decir).
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